Y la noche llegó. Y con ella el fresco que últimamente se instalaba en casa y que tanto nos gustaba para poder abrigarnos y volver a usar los patucos gruesos de andar descalzos. A los peques de la casa les encantaban estos patucos, les gustaba mucho poder estar sin zapatos y a su vez no sentir en sus pies el frío del suelo.
La hora de la cena ya estaba casi encima.
- Ayuden a abrir la mesa-Pidió la mamá mientras seguía atareada en la cocina.
- ¿Qué cenaremos hoy?- preguntó la mayor
- Hoy la noche está fría, vamos a tomarnos unos tazones de leche calentita con gofio. También he hecho tostadas, llévate el bote de mermelada y mantequilla a la mesa- dijo mamá mientras no le quitaba el ojo de encima a las tostadas.
Y la cena transcurrió en paz. Con una luna brillante únicamente entorpecida por la lluvia que habia dado comienzo. La noche nos dejó un regalo precioso. Una cena hipnotizada por la imagen que podíamos ver a través de nuestra terraza.
que bonito!!! poder cenar con la imagen de la luna….es romantico, es precioso y es una maravilla. me ha gustado mucho…y seguro que con esa imagen la cena sabe mejor, jeje.
Un relato muy chulo, hogareño y canario, con el gofio!! Un beso!
MMMM me gusta esa cena!!!
Una escena familiar perfecta, y la cena me ha encantado!! Muy original ^^
Què relajante 🙂 así seguro que la cena sienta esrupendamente !!
Guauuuu, me gustaría poder colarme y compartir cena con una compañía tan acogedora como la vuestra! Me encantan vuestros mini cuentos porque es como poder entrar en vuestro hogar!
Yo también me he quedado hipnotizada!! 😉 Qué ganas de pasar una noche así!
Muy chulo, una cena cotidiana que se convierte en mágica 🙂
GENIAL!!! la lluvia, la familia y una cena tibia lo mejor!!!!
Saludos muy afectuosos,
Andreína.-
Así da gusto cenar… a mi tb me encantan esos patucos de ir descalza 😉