Otra educación sí es posible, sólo hay que quererla. Si miramos a nuestro alrededor probablemente deseemos o pensemos que algunas cosas en las personas deben cambiar, pero es equívoco pensar que los adultos cambian. Para eso, está la educación desde pequeños, lo que te va a formar como personas y te inculcará unos valores que quizá después, de adulto, no consigas interiorizar.
No intentemos cambiar a los adultos de hoy, prácticamente es misión imposible. Pero sí tenemos en nuestra mano generar adultos mejores para el futuro, adultos más capacitados emocionalmente para crear una sociedad más estable y comprensiva. Una sociedad que se base en el respeto, en todos los sentidos. Está en nuestra mano hacerlo enseñando a nuestros hijos que sí existe otra forma de hacer las cosas, aunque quizá los resultados no se vean tan rápidamente, pero que terminan siendo más satisfactorias y efectivas.
Quizá ha sido después de ser madre cuando más me he dado cuenta de la falta de educación que tienen las personas, sobre todo cuando hablamos de personas mayores. Mayormente son incapaces de pararse a pensar cómo le pueden sentar sus palabras a la otra persona antes de pronunciarlas, y es que antes eso funcionaba así. Los mayores decían algo y los niños tenían que aceptarlo sin rechistar, fuese lo que fuese. Así fueron criados y educados, el adulto siempre tiene la razón.
Por suerte los tiempos cambian y las personas vamos evolucionando. Se puede decir que hoy en día los padres y madres estamos más concienciados en el ámbito emocional y lo que ello supone para el desarrollo de nuestros hijos, o al menos muchos de nosotros. Como madre hay palabras que no admito que sean dirigidas a mis hijos, y si en algún momento llegan ellos no tienen porqué callar y tragar con ello, tienen el derecho a réplica. Y para el que lo pueda estar pensando no, no son maleducados ni contestones, yo no los considero así, simplemente tienen el mismo derecho a expresarse que tenemos los adultos. Por ser más pequeños no tienen menos derechos.
Incluso estas réplicas, que muchas veces no tienen que surgir porque hayan recibido una mala palabra sino que pueden darse perfectamente por no entender una decisión que yo haya tomado, nos enriquecen mucho. El que cada uno exponga sus motivos sobre una decisión siempre hará que el punto de vista general sea más amplio y diverso, pero para eso hay que dejarlos expresarse y no tomarlo como un reto del pequeño. Pensar que cada vez que nuestro hijo nos replica algo es porque nos está retando o tratando de restarnos autoridad es una chorrada. Los niños necesitan entender y comprender el porqué de las cosas, les gusta saber por qué no pueden ser de otra forma diferente, o en caso de poder el por qué decidimos nosotros hacerlo así. Cuando nos abrimos a ellos de igual a igual descubrimos a una personita interesada en conocer el mundo y aprender.
La toma de decisiones no es exclusiva del mundo adulto, los niños deben tomar parte de ella. Dejarles decidir y respetar lo que digan (dentro de los límites de seguridad para todos) le va a beneficiar enormemente brindándole seguridad en sí mismo y capacidad para seguir aumentando su capacidad de tomar decisiones. Crearemos personas con iniciativa que no se limitarán a lo que diga al otro, sino que sabrán bien lo que quieren y cómo expresarse para hacerse entender. También fomentaremos la capacidad de negociar, aunque generalmente a partir de los 7 u 8 años son casi expertos en ello 🙂
Una vez más el diálogo es un gran pilar para la crianza y bienestar de nuestros hijos. Pero también lo es el permitirle asumir responsabilidades y hacerle partícipe en la toma de decisiones que le incumban personalmente para ir fomentando y desarrollando su autonomía.
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hola
me encanta de este articulo, gracias.